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NOTICIAS CRISTIANAS

miércoles, 2 de julio de 2008

ESTADISTICA VS LA EVOLUCION


Bará-Fiat.
“Tu eres importante porque Dios te creó”

ESTADISTICA VS VOLUCION.

LA EVOLUCIÓN ES CONTRARIA A LA RAZÓN.


LÉELO, ENTÉRATE Y DECÍDETE.

La evolución es irracional tanto como es amoral. En lugar de Dios como creador, el evolucionista ha puesto su fe en el azar, los accidentes, las coincidencias, los acontecimientos arbitrarios y la suerte ciega. El azar es el motor que, según creen los evolucionistas pone en movimiento el proceso evolutivo. El naturalismo enseña en esencia que con el paso del tiempo y a partir del caos total, la materia evolucionó por azar hasta convertirse en todas las cosas que vemos hoy día. Según los principios naturalistas, todo esto ocurrió sin necesidad de un solo diseño específico sino mas bien como el lanzamiento de unos dedos: Dado el tiempo y dado el número suficiente de acontecimientos aleatorios, el evolucionista dice que cualquier cosa es posible.
Además, la evolución de nuestro mundo con todos sus sistemas complejos y sus organismos intrincados es el resultad no intencional de una gran cantidad de accidentes naturales fortuitos pero bastante afortunados. Todas las cosas son como son gracias a la suerte de los dados, y de esta manera se asignado al azar la distinción inusitada de agente creador.

EL AZAR.

John Ankerberg y Jhon Weldon demuestran que la material, el tiempo y el azar constituyen la santa Trinidad de los evolucionistas. En efecto solo existen tres cosas que pueden reconocerse como eternas y omnipotentes en el esquema evolutivo: materia, tiempo y azar. Su acción conjunta ha tomado el cosmo tal como lo conocemos, y han usurpado el lugar de Dios en la mente del evolucionista. Ankerberg y Weldon citan a Jacques Monod, ganador del premio Nóbel en 1965 por su labor en el campo de la Bioquímica. En su libro Chance and Neccesity (azar y necesidad), Monod escribió: “(El hombre) está solo en la inmensidad yerta del universo, de la cual surgió por azar…El azar es la fuente única de toda innovación y de toda creación en la biosfera. El azar puro, con libertad absoluta pero siempre ciego, es la piedra angular del edificio estupendo de la evolución”.[1]

Como es obvio esto se opone a la noción bíblica de que e ser humano fue creado a imagen de Dios, pero también debe reconocerse que es una postura irracional. La idea de la evolución no solo quita al hombre su dignidad y su valor sino que también elimina todo fundamento para su propia racionalidad. Si todo sucede por azar, nada puede tener propósito, ni significado real, y es difícil pensar en un punto de partida filosófico mas irracional que este.
Si reflexionamos por un momento nos daremos cuenta de que el azar no puede ser la causa de una solo cosa, mucho menos de todas las cosas. El azar no es una fuerza. El único sentido legitimo en que puede emplearse la palabra azar forma parte del campo de la probabilidad matemática. Si usted lanza una moneda al aire en repetidas ocasiones, los cocientes estadísticos indican que la moneda tiene probabilidad de caer sobre cada uno de sus lados 50 veces cada 100 lanzamientos.

Sin embargo, el azar no es una fuerza responsable de lanzamiento de la moneda al aire. El azar no es un intelecto que diseña el patrón exacto de las probabilidades matemáticas ni tampoco puede dictar la trayectoria y el resultado final de cada lanzamiento. El azar determina nada en absoluto. La probabilidad matemática solo es una manera de medir o comparar lo posible con respecto a lo que sucede a lo que sucede en realidad.

No obstante, en el discurso naturalista y evolucionista, el azar se convierte en algo que determina lo que sucede en ausenta de cualquier otra causa o diseño. Considere de nuevo las palabras de Jacques Monod: “el azar es la fuente única de toda innovación y d toda creación”. En efecto, los naturalistas han atribuido al azar la capacidad para causar y determinar todo lo que sucede. No puede negarse que este es un concepto irracional.

No existen acontecimientos sin causa. Todo efecto es determinado por alguna causa. Hasta el lanzamiento de una moneda no puede ocurrir sin una causa concreta, y el sentido común que la caída de la moneda sobre una de sus caras y no sobre la otra también viene determinado por algo. Una serie de factores que incluyen la cantidad precisa de fuerza con que se lanza la moneda y la distancia que debe recorrer antes de llegar al suelo, así como la textura y la composición del duelo y muchos otros, son factores que determinan el número de vueltas y rebotes que hará antes de quedar sobre u otro lado. Aunque nos resulte imposible controlar las fuerzas que determinen como termine el lanzamiento de una moneda, no es el azar, sino esas fuerzas, lo que determina un resultado final de cara o sello. Algo que puede parecer arbitrario e independiente en la vida cotidiana, es en realidad un efecto determinado por algo muy concreto y definido. Nada es causado por el azar puro, ya que el azar no existe como fuerza ni como causa. El azar no es más que un concepto humano.

La fortuna era una diosa en el panteón griego. Los evolucionistas han deificado el azar de una forma similar. Han acogido el mito del azar para hacerlo responsable de todo lo que sucede. El azar ha sido transformado en una fuerza que tiene poder para causar lo que se le antoje ya que en la lógica naturalista nada es la causa de todo.

¿Podría existir algo mas irracional que esto? Es una mentalidad que reduce toda la realidad al caos absoluto y hace todas las cosas irracionales e incoherentes.


MUTUAMENTE EXCLUYENTES.

Estas son las únicas alternativas posibles: o bien existe Dios, quien creó el universo y rige con soberanía sobre su creación, o todo fue creado por el azar ciego. Son ideas que se excluyen entre si. Si Dios reina, no queda espacio ara el azar, pero uno hace del azar la causa única del universo, tiene que borrar de su mente la idea de Dios.

De hecho tan pronto el azar se define como una fuerza que determina cosas o una causa por mínima que sea, Dios es destronado. La soberanía de Dios y el dominio del azar son incompatibles por definición. Si el azar causa o determina cualquier cosa Dios no es en verdad Dios.
Cabe recordar que el azar en realidad no es una fuerza. El azar no puede hacer que suceda una sola cosa. El azar es nada. No tiene existencia propia y en consecuencia no tiene poder para hacer una sola cosa. Es contraria a todas las leyes de la ciencia, todos los principios de la lógica y toda la intuición del sentido común. En última instancia el azar no puede ser la explicación del origen de la vida y la inteligencia. DE LA NADA, NADA SALE.

UN PEQUEÑO CÁLCULO.

Alguien que el número de factores genéticos aleatorios que se requerirían para la evolución de una tenía a partir de una ameba, podría compararse con la probabilidad de que un chimpancé encerrado en un cuarto con una maquina, por medio del tecleo arbitrario y durante el resto de su existencia, produjera una sola frase coherente. La probabilidad de que sucedan todas las mutaciones (error de información en el código genético) necesarias para que una criatura unicelular evolucione hasta convertirse en una estrella de mar, pude compararse con la probabilidad, de que cien personas ciegas, a las que se hace entrega de 5 cubos del tipo Rubik y se les permita hacer diez movidas arbitrarias por cada cubo, dejen los 5 cubos con todos los colores bien alineados al final del proceso. La probabilidad en contra de la posibilidad de que todas las formas de vida en la tierra hayan evolucionado a partir de una sola célula es, en una palabra: IMPOSIBLE.


Conclusión:
Querido lector tienes un desafió ¿crees o no en un Dios Creador?, creer en él significa reconocer que el es el creador, y por ende entonces es tu dueño y quiere lo mejor para ti, recuerda el hizo al hombre con libertad para escoger, Adán y Eva escogieron rebelarse y por eso todos nosotros sus descendientes necesitamos acercarnos a Dios, escoge hacerlo HOY. Y déjalo entrar a tu corazón.
[1] Jacques Monod, Chance and Neccesity, New York: A.A. Knopf, 1971, pp. 112-13, citado en libro de Ankerberg y Weldon, Darwin Leap of Faith. (El salto de Fe de Darwin), p. 21

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